¿Y si evolucionamos el Gobierno de los Datos?
El valor de los activos intangibles continúa creciendo año tras año, y los datos son un activo de tremendo valor para las organizaciones. Además, muchas son las expectativas que hemos depositado en las tecnologías de la información, y específicamente en la Inteligencia Artificial en los últimos años. Sin embargo, es imprescindible tener en cuenta cuál es el combustible que permite a la IA operar con éxito: esta tiene un apetito voraz por los datos, que son la base para generar conocimiento y nuevas oportunidades.
Lo que está claro es que hemos entrado en una nueva era en el uso de los datos. Hablar de tecnología es hablar de datos y de cómo mejorar la competitividad económica. En cambio, los datos, que son el punto de partida y la base fundamental para el desarrollo de todo tipo de aplicaciones, no siempre reciben la atención suficiente.
Estamos viviendo la cuarta “revolución industrial”, la segunda basada en la información desde finales de siglo pasado, que requiere de una evolución de la manera que hemos gobernado los datos históricamente. ¿Y si empezamos a hablar de Gobierno del Dato 2.0?
Sabemos que una empresa que no tiene la capacidad de gestionar de manera adecuada sus datos no será lo suficientemente competitiva. Sus decisiones no se basarán en datos sino en la intuición, lo que le supondrá alejarse de un enfoque data-driven. Además, correrá el riesgo de que algunas de sus iniciativas fracasen, de perder oportunidades, de incumplir ciertas regulaciones y normativas o, por ejemplo, de poner foco en actividades que no añaden valor en lugar de convertir los datos en conocimiento y acción.
Lo que comenzó siendo un Gobierno del Dato enfocado a aspectos regulatorios y normativos, hoy en día es imprescindible que evolucione hacia una aportación de valor más evidente al negocio. Cobra ahora más protagonismo que nunca la importancia de gobernar todo el ciclo de vida del dato, lo que incluye tanto los datos como productos en sí mismos, como a los productos de datos generados a partir de su uso.
Cada vez es más relevante tener una visión de “ecosistema de datos”, teniendo en cuenta los datos externos a la organización (datasets de fuentes de pago o de fuentes Open Data), que enriquecen los datos internos, y los datasets colaborativos, compartidos con otras empresas. De esta manera se garantiza el intercambio y la interoperabilidad de los datos.
Por otro lado, el impacto de las nuevas arquitecturas de datos basadas en cloud es innegable en términos de flexibilidad, tiempo de respuesta e innovación. Supone un cambio radical que va mucho más allá de la tecnología, que afecta al modelo operativo de trabajo, la metodología y los procesos, las métricas de seguimiento, la gestión económica de los costes de operación y de procesamiento.
Lo que está claro es que no es posible llevar a cabo una transformación data-driven sin metodologías de trabajo que conecten a los equipos de negocio con tecnología y negocio. Es necesario un Gobierno del Dato que tenga en cuenta la necesidad de trabajar en equipos que creen soluciones mínimas viables de forma ágil y conectados con las necesidades de negocio. Asimismo, se torna imprescindible la figura del Product Owner como experto y máximo responsable del producto de datos.
¿Cuál es el nuevo paradigma, entonces?
Un gobierno de los datos, pero también de los productos de datos. Es un nuevo enfoque que trate el dato como un producto más, alejándose de la gestión tradicional vinculada al ámbito regulatorio, y centrándose en el Gobierno integral del ciclo de vida del dato. Esto implica modelos distribuidos y federados de Gobierno que requieren de una distribución de dominios de datos gobernados de forma descentralizada, un enfoque a producto tanto de los dominios como de las soluciones de datos y unos principios de Gobierno implementados en una plataforma o infraestructura de datos de uso común para toda la organización.
En definitiva, a través de productos de datos, que se construyen y gestionan con nuevas formas de trabajar, en muchas ocasiones en cloud, se consigue tener una visión global del “tejido de datos” de una empresa y un Gobierno a lo largo de todo el ciclo de vida de los datos.
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