Mi “not-to-do list”
Por Pedro Gaspar, @pgaspar
La simplicidad es algo que me fascina. El lograr más con menos tiene algo muy atractivo: los atletas que consiguen el máximo rendimiento evitando movimientos innecesarios; los artistas que utilizan espacios en blanco para transmitir una mayor sensación de poder visual; los músicos que utilizan pausas, silencios, para hacer crecer la tensión dramática; los investigadores que nos hacen comprender cuestiones muy complejas de forma tan sencilla que (casi) nos hemos convertido en expertos en física cuántica.
Definitivamente, la simplicidad es el producto final en el que se ve el verdadero genio y la verdadera innovación. Es ahí donde la más pequeña de las ideas tiene tanto de elegancia que pueden incorporarse dos sentidos aparentemente opuestos: una fuerza poderosa junto con una gran sencillez. Es en este palco de elegancia y sofisticación donde tienen lugar las mayores innovaciones que nos hacen sentir un placer inesperado en algo aparentemente insignificante y que de otro modo nos sería indiferente.
Y ¿cómo podemos simplificar? Restando. Y sabemos que reducir significa saber qué es lo que no hay que hacer, con el fin de centrarse en lo importante y esencial. Si nos fijamos en el trabajo del curador de un museo, la cuestión más difícil que se le plantea es decidir qué no mostrar y dejar en el almacén. Como él, todos tenemos que decidir qué no hacer. De hecho, creo que todo el mundo debería tener una «not-to-do list», donde pongamos todo lo que no hacemos o debemos dejar de hacer, de modo que nos veamos obligados a reflexionar sobre en qué realmente queremos invertir nuestra energía. Y si, a primera vista, esto parece cosa fácil, según el neurocientífico Antonio Damásio, el área de nuestro cerebro que se utiliza cuando restamos es diferente de la que usamos cuando hacemos adiciones. ¡Para restar tenemos que pensar de forma totalmente distinta!
Y es precisamente esa “not-to-do list” la que sistemas cognitivos como IBM Watson pueden utilizar de forma que nos complementen en nuestro día a día y, además, de manera muy natural. Se trata de un cambio radical en la forma de pensar y de gestionar nuestra vida diaria: podremos hacer más y mejor utilizando soluciones IBM Watson conforme van estando disponibles, de modo que lo que antes dejábamos fuera como no importante dentro de nuestra “not-to-do list” ¡muy pronto conseguiremos hacerlo también! Al final, lo que queremos es una nueva realidad donde Watson nos ayude a simplificar nuestras vidas para que nos quede más tiempo para lo que es de verdad importante, con lo que al final la cuestión se convertirá en: ¿Va a ser Watson el fin de las “not-to-do lists”?